Ante el recrudecimiento de la situación económica en España y las desacertadas medidas de abaratamiento del despido, las cifras de paro no dan tregua a los trabajadores, y más del 26% de la población activa se encuentra en paro, rozando la escandolosa cifra de los 6.000.000 de parados. La peor parte de este drama cotidiano, se la lleva la población joven, de menos de 25 años, cuyo porcentaje de desempleo supera ya el 55%, o lo que lo mismo, más de la mitad de los jóvenes en edad de trabajar, no consiguen empleo.
Las consecuencias de estas incipientes cifras de paro juvenil son muchas, y muy profundas, llegando a modificar incluso, el modelo de familia, ya que los jóvenes ven imposible la emancipación del hogar paterno, y por consiguiente, las parejas retrasan la decisión de tener hijos. Todo esto genera una frustación (anomia, si se prefiere) enorme en los jóvenes, que llevan toda la vida formándose y no consiguen encontrar su lugar en una sociedad incapaz de ofrecer alternativas. Este frustación es en sí misma muy peligrosa pues está demostrado que aumenta los índices de enfermedades mentales, e incluso los de violencia y drogodependencia.
De esta situación no se libran, ni mucho menos, los jóvenes con mayor formación, licenciados universitarios que si bien tienen unas cifras de paro inferiores a la media española, se situan cercanas al 20% de desempleo, sin contar que muchos de ellos trabajan en empleos poco relacionados con su especialización, y que en la mayoría de los casos, ni siquiera requieren una cualificación superior.
La precarización del empleo, la
temporalidad cada vez más corta de los contratos y la "flexibilización"
que se le exigen a los nuevos trabajadores que se incorporan al mercado laboral hace ver algo que sociólogos como Bourdieu ya intuían a finales del siglo pasado: la utopía neoliberal (ideológicamente hablando) se asienta definitivamente en Europa, y pretende cambiar el modelo de trabajo dentro del actual modelo económico,
algo que va a sufrir enteramente la juventud que actualmente se está
formando para entrar en el mercado laboral, y por supuesto, la juventud
que se encuentra en estado de desempleo.
La realidad es inexorable, y ante ella, nos surge inmediatamente una cuestión: ¿Existe esa "Generación Perdida", de la que tanto se escucha hablar últimamente en los medios de comunicación, que no será capaz de encontrar su lugar en el mercado laboral? ¿La conformarán los más de 900.000 jóvenes que ante el auge del trabajo inmobiliario no terminaron sus estudios obligatorios, o serán, más bien, los jóvenes que ante la precaria situación económica no se pueden permitir el coste de la carrera universiaria? ¿Y si el problema que hoy atañe a la juventud no fuera más que un reflejo aumentado de los problemas a los que se va a enfrentar el resto de la sociedad?
De aceptar como cierta la posibilidad de que exista esa Generación Perdida, ¿Quiénes serían sus responsables? ¿Acaso los distintos gobiernos han abordado de manera seria el problema estructural del sistema educativo español, que no hace más que demostrar su fragilidad tras cada reforma?
Una cosa está clara, si parte de la juventud no logra encontrar su espacio en el mercado laboral, si se excluye del sistema a un grupo activo de la población, veremos en los próximos años un aumento enorme de la conflictividad social, algo que ya está ocurriendo, y que se pretende solucionar con porras y gases lacrimógenos, intentando ocultar el fracaso del sistema económico impuesto.
Sea como sea, será la juventud que hoy está condenada al paro la que decidirá el devenir de la sociedad.
La juventud en España y en otra realidades como en el Perù estan constatemente formando parte de esa juventud perdida el modelo neoliberal no dà para mas, tenemos que recrear otras alternativas basadas en el trabajo solidario con justicia social y en los derechos fundamentales de la humanidad.
ResponderEliminarLa corrección del sistema requiere corta de raíz los paradigmas que lo han constituido. UNO de ellos es la libertad de empresa sin responsabilidad social. Cada agente económico es sus actividades genera un impacto sobre los entornos que acarrea beneficios o daños. Si las ventajas de los grandes grupos, utilizando tecnologías que quiebran a la competencia se irradia hacia regiones y poblaciones indiscriminadamente como sucede con la idea de la globalización, tendremos un impacto de desempleo y poco después de bajos ingresos que inhabilitarán o marginarán gran parte de la población, que se considera benévolo y progresista inicialmente. DOS: si las ganancias especulativas del sistema financiero se llevan a crear mayor concentración de la riqueza, de la renta habrá disminución de renta y riqueza en el resto de la población y claro... una disminución de los consumos. Y allí es precisamente donde se muerde la cola el perro. Mayor concentración en unos pocos (incremento del coeficiente de GINI) crea el conflicto que tenemos hoy: disminución cuantitativa y cualitativa de la demanda. ES decir no hay consumo diversificado sino para las élites dueñas y concentradoras de riqueza y por ende de poder. El proceso no es de ahora, viene desde que el capitalismo se consolidó y aparecieron los bancos las bolsas los mercados y las especulaciones. Los gobiernos no contratan sino con quien tiene algo llamado "músculo financiero". Es decir licita quien tiene poder y dinero. Entonces más concentración. La excusa es la tecnología costosa en manos solo de poderosos. Pero en realidad es una tendencia natural de las élites: perpetuarse y así lo expresan en cada acción frente al estado y frente a los ciudadanos comunes.
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