Le preferíamos cuando metía goles. Convertido en presidente de la UEFA, Michel Platini ha optado por las patadas, principalmente con destino al pueblo brasileño, a quien ha pedido, sin que se le cayera la cara de vergüenza, “esperar un mes antes de provocar estallidos sociales” (sic).
Y es que, para quienes han apostado, en todos los sentidos de la palabra, por la buena celebración del Mundial de Brasil, lo que está en juego es importante. La FIFA (Federación Internacional de Fútbol), pretendida “asociación con objetivos no lucrativos”, cuenta casi con mil millones de euros de cifra de negocios, más de 50 millones de beneficios, y alrededor mil millones de euros como reserva financiera...
¿A quién beneficia el encuentro?
Para la FIFA, y todas las firmas con las que trabaja en buena entente (Coca Cola, Adidas, McDonald´s...), el asunto es muy importante. Cada cuatro años, el Mundial es una ocasión de realizar enormes beneficios a costa de los presupuestos públicos del país sede. Y poco importa, por supuesto, el estado de deterioro en el que dejarán la situación social del país.
La última sede, África del Sur vio desbordar los presupuestos ligados al Mundial superándolos en un 1700%, ¡haciendo que se doblara la deuda exterior del país! Y todo el mundo sabe a quien le pasan la factura de las deudas públicas los gobiernos a sueldo del orden dominante: al pueblo, incluso cuando más de la mitad vive por debajo del umbral de la pobreza, como en África del Sur.
En Brasil, las promesas políticas iniciales -la financiación del Mundial sería privada y las ganancias públicas- se han invertido rápidamente. Desde los 600 millones de euros que debían ser asegurados por fondos privados, el presupuesto de funcionamiento se ha disparado y fluctúa, según las versiones, en alrededor de unos 2,5 millardos de euros. La única certeza es que el dinero público lo sacará adelante en la mayoría de los casos. El coste ligado a las infraestructuras, por su parte, está estimado en más de 10 millardos.
En cuanto a la superactividad económica ligada a la afluencia de gente al acontecimiento, no son los pequeños vendedores ambulantes, numerosos en Brasil, quienes podrán gozar de ella: un perímetro de 2 km de seguridad, sobreprotegido por el ejército y la policía, ha sido instalado alrededor de los estadios y estrictamente reservado a la actividad comercial debidamente concedida por la FIFA. Estadios y demás infraestructuras por las que 170 000 familias que vivían en favelas han sido desalojadas por la fuerza.
El Mundial de la revuelta
También, en un país en el que los precios de los productos alimenticios, alquileres o transportes, se han disparado desde hace ya varios años, qué hay más legítimo que rebelarse y de reclamar lo que se le debe a uno. En este Brasil, del que se dice que su pueblo vive al unísono de las victorias de su “seleçao”, el equipo nacional, resulta que desde hace un año el Mundial cristaliza el descontento hasta el punto de que el gobierno y las instituciones futbolísticas internacionales han venido a implorar una calificación del equipo de Brasil para los octavos de final y más... Pues, en caso contrario, el Mundial podría reducirse, a ojos de los brasileños, a una inmensa plaga económica, que es lo que es en realidad.
La proximidad de los primeros partidos no “calma” los espíritus, y desmiente los pronósticos oficiales, que tienden incluso a reavivar las movilizaciones sociales. La lucha se amplía, se intensifica, se arraiga, marcada en particular por una manifestación de 20 000 personas del movimiento de los trabajadores sin techo, así como por una huelga de los empleados de los transportes de Sao Paulo. Un movimiento en el que las huelgas se suman a las manifestaciones de calle da motivos para que el gobierno y la clase posesora brasileña se inquieten.
¡Las luchas sociales ya están en la final!
Así pues un Mundial que promete ser caliente y lleno de acontecimientos. La protesta social se ha calificado ya para la final, y es el equipo al que tenemos que apoyar. Demostrar nuestra solidaridad con los y las que luchan y lucharán durante el Mundial es esencial: contra la represión de las manifestaciones y su criminalización por un posible recurso a medidas “antiterroristas”; contra las expulsiones de familias tiradas a la calle a millares; contra la organización mafiosa de una prostitución de masas que afectará a las ciudades en las que tendrán lugar los partidos; y contra el coste de la vida frente al que se levantan los trabajadores, jóvenes, campesinos sin tierra, personas sin techo.
Es necesario decir, aquí también, que quienes luchan allí no están solos frente al poder, y que ellos nos muestran el camino a seguir. Como grita el colectivo unitario de solidaridad con esas movilizaciones, en el que participa el NPA, “¡la copa está llena!”. Y cuando se desborde, nuestras reivindicaciones y nuestra aspiración al cambio de sociedad deben poder hacerse oír claramente, por encima de las fronteras, en este mundo en el que decididamente nada, ni siquiera el balón, rueda normalmente.
Hebdo L’Anticapitaliste - 246 (12/06/2014)
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Para colaborar neste debate indico a seguir um texto que publiquei sobre a Copa antes de seu início (na mesma página há outros textos sobre o assunto)
ResponderEliminarhttp://pauliceiadesbravada.blogspot.com.br/2014/06/copa-do-mundo-e-politica.html#more
Parabéns pelo blog.